LA POLEMICA DE LAS MUJERES
11de octubre de 2013
Los últimos días en el Parlamento Ecuatoriano se ha llevado
a cabo la más importante polémica de las mujeres en lo que va de este siglo. El
asunto: la defensa de su derecho a decidir sobre su cuerpo, territorio hipotecado
por las leyes, las costumbres, los intereses políticos encubiertos y
explícitos.
No se trataba siquiera de modificar el Código Penal para
volver el ABORTO un acto no punible. Solo se pedía esta vez que la mujer
embarazada por un acto de violencia sexual –de los que las páginas de los
diarios dan cuenta en una mínima parte– pudiera renunciar a la impuesta y
desconcertante maternidad.
En América Latina solo tres países se han mantenido ajenos a
esta discusión en sus cámaras: Chile, Nicaragua y Republica Dominicana. Los
demás se han rendido al peso de las evidencias. ¿Cuáles son estas? El asombroso
número de casos de mujeres, entre ellas adolescentes recién salidas de la
infancia, que han sido violadas en las circunstancias menos pensadas: en el
colegio, de regreso a sus casas, después de una fiesta, estando al cuidado de
sus abuelos, padres u otros parientes
varones. Niñas que pasaron brusca y dolorosamente de la inocencia al descubrimiento
de un mundo masculino cruel, lascivo, y
corrupto.
Para evitar el aumento de madres adolescentes, de jovencitas
coartadas en su futuro, de mujeres angustiadas
que no pueden afrontar la venida de una criatura sin las adecuadas
condiciones de bienestar que se merece, la mayoría de los países del mundo han
aprobado leyes que permiten la interrupción del embarazo en las primeras
semanas de concepción cuando no existe humanidad posible sino solo una estructura
celular.
Parecía que ese puente jurídico construido en la Asamblea
Nacional, organismo de poder presidido
por mujeres, iba a permitir mínimamente el paso de una situación de dominio,
de usufructo sobre la hembra, a su libertad de ser y decidir como humana.
No ocurrió así. Largos debates, argumentos inteligentes, altivas
posiciones feministas y humanistas, de mujeres y hombres, fueron a dar al
traste por orden patriarcal. El cuerpo femenino territorio de deseo y de
control masculino volvía a ser por una maniobra política propiedad de los HOMBRES,
tierra pisoteada por machos y custodiada
por “enajenadas mujeres”. ¡Qué vergüenza y qué dolor!
Otra vez se impuso el orden masculino atropellando los derechos de las mujeres. ¿Hasta cuándo
queda pendiente la recuperación de nuestra soberanía? Usemos la sabia frase de
nuestra primera sufragista, la feminista Zoila Ugarte, luchadora por el voto de
la mujer, que en 1905 decía: “El feminismo no es una doctrina caprichosa y sin
objeto, es la voz de la mujer oprimida, que reclama aquello que le pertenece, y
que si no es hoy, mañana o cualquier día lo conseguirá, siendo por tanto inútil
ponerle trabas”. El derecho al sufragio femenino se consiguió en 1929 cuando
nuevas mentes guiaban a la legislatura.
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